El problema del consumo de drogas ilícitas en Estados Unidos se ha convertido en una verdadera tragedia, ya que, de acuerdo con las autoridades de ese país, en 2021 casi 107.000 estadounidenses murieron el año pasado de sobredosis, reportaron desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). Esta cifra es casi un 16 por ciento más que las casi 92.000 muertes por esta causa en 2020.
Detrás de cada muerte por sobredosis hay una tragedia, que también viven las personas que, aunque no fallecieron, quedaron con graves afectaciones tras el consumo de estupefacientes.
Esta es la historia de Kaylee Muthart, una joven a quién, según reseñan varios medios estadounidenses, las alteraciones mentales le llevaron al consumo de drogas, y estando bajo los efectos de estas se arrancó los ojos con sus propias manos.
De acuerdo con reseñas del caso, el problema comenzó cuando Kaylee tenía tan sólo 17 años de edad, al ser diagnosticada con arritmia y bipolaridad, sumados a una depresión que la llevó a beber en exceso y luego a adentrarse en el mundo de otras sustancias nocivas.
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Todo llegó a tal punto en el que Kaylee consumía a diario metanfetamina, y poco a poco fue cayendo en una espiral peligrosa, la cual tuvo el más horrible desenlace, que ocurrió cuando, en una tarde consumió una dosis alta, y ella, que se consideraba muy religiosa, inducida por el efecto de la sustancia, dio por hecho que el mundo se estaba acabando y decidió hacer un ‘sacrificio’ para salvar a la humanidad.
En ese momento ocurrió lo terrible: Kaylee se arrancó los ojos con sus propias manos. Una joven que trabajaba en la iglesia a unos metros de donde se encontraba Kaylee presenció la horrible escena y llamó al 911.
Tras ser atendida de urgencia, lamentablemente los médicos no pudieron hacer nada por salvar sus ojos, pero lograron evitar que se dañara el nervio óptico.
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Tras ese fatídico hecho, la joven tocó fondo y decidió cambiar su vida, ingresó a rehabilitación y recibió unos ojos prostéticos. Actualmente Kaylee acude a una escuela para personas con discapacidad visual, y cuenta su historia para concientizar sobre el abuso de sustancias nocivas.
La joven es madre de una niña y afirma que lo que más extraña es poder ver su sonrisa pero asegura que ahora es mucho más feliz que antes. Tristemente, Kaylee quedó permanentemente ciega pero con una nueva oportunidad de vida.
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