Muchos de los grandes talentos del fútbol mundial han empezado jugando en las canchas de barrio o en las calles desoladas de sus barrios, la mayoría de estos marginales, y han contado con la suerte de encontrar el apoyo en el sector privado, a través de clubes deportivos.
Una de estas historias la empezó Fabio Paím, quien nació en Estoril, Portugal, en 1988; sin embargo, no tuvo el final esperado, ya que aunque alcanzó la fama por su habilidad con el balón, terminó en la ruina por su vida de excesos.
A los seis años fue incorporado al club luso, una de las mejores canteras de futbolistas de Europa, donde pese a su temprana edad, rompió récords rápidamente, al punto de que a los 16 años ingresó en la preselección de jugadores para la Eurocopa 2004.
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— Diego Gª Argota (@DiegoGArgota21) December 29, 2022
A los 11 años, cientos de personas asistían a los partidos en los que él jugaba, encuentros en los que casi siempre anotaba gol tras superar él solo a todo el equipo. Cuando tenía 13 años las federaciones de Francia y Angola (tenía raíces de ambos países) le ofrecieron dinero a su familia a cambio de un futuro con aquellas selecciones, sin embargo, él siempre quiso estar en Portugal.
Sin embargo, su futuro se desbarató cuando, a los 16 años firmó su primer contrato estando en las divisiones menores del Sporting, como consecuencia de las malas amistades, y al ganar hasta 20 mil euros mensuales, empezó una vida llena de autos de lujo, alcohol, mujeres y excesos.
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Según el medio Spherasports, en ese momento Fabio Paím “no siempre acudía a los entrenamientos y cuando lo hacía no era precisamente de los que mostraban entusiasmo”. La acumulación de todo esto le llevó a acabar en la ruina, y, aunque algunos de sus cercanos le advirtieron de lo que podía suceder, pero él no atendió aquellos consejos.
Tras pasar por equipos de Inglaterra, Portugal, Catar, Angola, Malta, Lituania y Luxemburgo, la mayoría de estos de segunda división, ya que sus excesos le llevaron a que no fuera tenido en cuenta, terminó en el Sintra Football, un club no profesional de su país, donde no cobra.
El jugador estuvo además metido en líos con la justicia, ya que en dos ocasiones fue acusado de violación, pero las dos no prosperaron.
Hace algunos años empezó a tomar clases para ser entrenador, y el Sporting le dijo que tendría las puertas abiertas para entrenar en las categorías inferiores.
Así terminó Fabio Paím, a quien a principios de este siglo alababan Cristiano Ronaldo, quien en 2003 dijo “¿creen que yo soy bueno? Pues entonces esperen a ver a Fabio Paím”.
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