A Albert Einstein se le atribuye la frase: “Si las abejas desaparecen, a los humanos nos quedarían cuatro años de vida en el planeta”.
Como todo genio, sabía de lo que hablaba: estos insectos son esenciales para mantener el equilibrio natural, pues facilitan la reproducción de las plantas gracias a su labor como polinizadores. Si hay abejas, hay plantas; por lo tanto, los animales herbívoros tendrán alimento, así como los carnívoros.
Las campañas internacionales para la preservación de las abejas son cada vez más notorias. Por eso, son más las personas que se informan del tema.
Sin embargo, los animales en Colombia parecen necesitar también de un publicista porque sus casos son preocupantes, como el del pez graso, que sólo ha sido visto en la Laguna de Tota, es decir, es endémica.
La historia de esta especie, catalogada científicamente como rhizosomichthys totae, se encuentra cerca al punto final, si no es que ya lo está: en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn) es clasificado como “en peligro crítico” e incluso allí lo señalan como “posiblemente extinto”. De hecho, fue visto por última vez en 1958.
La organización Animal Defenders International (ADI) explica que su desaparición se debe a la introducción de especies exóticas invasoras como la trucha.
¿Las personas que facilitaron esa inducción se detuvieron a pensar si sus acciones tendrían efectos colaterales? Probablemente no. Por ello, Eduardo Peña Garzón, de ADI, y Tatiana Cespedes, de Greenpeace, coinciden en lo importante que es educar a las comunidades para que ayuden a la preservación de las especies en Colombia.
Silvia Vejarano, especialista en Conservación de WWF Colombia, asegura que en Colombia hay 1203 especies cuyo estado de conservación es preocupante: 173 en peligro crítico, 390 en peligro y 640 en la categoría vulnerable. En estos grupos, hay vertebrados, invertebrados, plantas, líquenes, algas y hongos.
Estos son algunos de los animales más amenazados en Colombia
Constantemente, la Lista Roja de la Uicn recoge información de la mayor cantidad de especies en el mundo y las clasifica en varias categorías, específicamente tres en torno a las amenazas: "En peligro crítico", "En peligro" y "Vulnerable”. A continuación, cuatro animales en Colombia que se encuentran en ese estado:
Mono tití del Caquetá
El Plecturocebus caquetensis es una especie nativa colombiana: en 2015, la Uicn evaluó su situación y concluyó que estaba “en peligro crítico”. El futuro del tití es incierto, pues la tendencia de su población es decreciente y se proyecta una disminución continua de individuos maduros.
Se ubica en una zona de intensa colonización humana. En la evaluación hecha se dice que “el hábitat se encuentra en un avanzado estado de fragmentación causado por la ganadería extensiva y los cultivos ilegales (...) Estas condiciones amenazan a la especie, ya que muchas personas utilizan fragmentos de bosque para satisfacer sus necesidades básicas, en particular la caza para alimentarse”, detalla el documento.
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Llevar a cabo acciones directas que ayuden a su preservación es un reto, ya que no habita en un área protegida.
Tiburón toro
Este cordado es circunglobal, vive en agua salada y dulce; además, no suele navegar tan profundo, por lo que se mueve en sitios donde aparece el humano. Debido a esto, ha sido relacionado con ataques. En Colombia se ubica a todo lo largo de las costas Caribe y Pacífica.
El Carcharhinus leucas está expuesto a varias amenazas, siendo las principales: 1) la pesca que lo ve como objetivo y como captura incidental en pesquerías artesanales, industriales y recreativas en toda su área de distribución, siendo apetecido por sus aletas y carne. 2) su inclinación por estar en aguas costeras lo deja expuesto a la pérdida y degradación del hábitat, incluida la contaminación y la limpieza, y el cambio climático. Por tales motivos, el tiburón toro fue declarado en estado “vulnerable” en 2020.
En Suráfrica y Australia, hace parte de programas de protección a playas. En territorio marítimo colombiano, en teoría, debe ser parte de áreas protegidas del Sistema de Parques Nacionales Naturales.
Delfín del Amazonas
En 2018, el popular delfín rosado fue señalado como una especie “en peligro”, debido a que su mortalidad está ligada fuertemente a la pesca incidental; también, a la construcción de represas en los ríos y la contaminación ambiental por metales pesados.
Otra causa, dice la Uicn, es que “son asesinados deliberadamente en algunas áreas porque dañan las redes de pesca y son considerados competidores por los recursos pesqueros”. En Brasil y en Colombia se han hallado casos de este tipo.
Se ubican en los ríos Amazonas y Orinoco, que cruzan territorios de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Es considerado el delfín de agua dulce más grande.
En Colombia, su hábitat se concentra en los ríos de los Llanos Orientales. Corporinoquia ha adelantado un plan de conservación de la especie.
Oso andino
El Tremarctos ornatus se clasificó como una especie “vulnerable” en 2016. La tendencia actual de la población es decreciente, tanto así que la Uicn señala que existen solo 2.500 a 10.000 individuos maduros.
Las causas de su estado se deben a tres grandes razones: 1) expansión de la frontera agrícola, junto con prácticas agrícolas inadecuadas que llevan al deterioro de los ecosistemas. 2) la explotación minera y petrolera. 3) la conversión de tierras a cultivos de coca y el narcotráfico.
El oso andino vive en Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y Bolivia. En territorio colombiano, se encuentra en 23 áreas protegidas de los Parques Nacionales.
¿Queda algo por hacer?
Organizaciones como la ADI y Greenpeace consideran que sí e instan a que es fundamental la contribución desde lo cotidiano.
“Uno no ve un cambio real pero algo se está haciendo”, expresa Eduardo Peña, quien es el coordinador de campañas para Latinoamérica de Animal Defenders International.
Reducir el consumo es el eje en el que Peña sustenta su tesis. "Es prescindir de lujos y priorizar las verdaderas necesidades", dice, mientras explica el ciclo de producción de algunos alimentos.
La pesca trae consecuencias irreversibles para algunas especies marítimas al igual que la deforestación de bosques para la crianza de ganado. Según los abogados e investigadores William Iván Gallo y Alejandro Sanabria, quienes publicaron un artículo del 2019 en la Universidad Externado, titulado “Evaluación de impacto ambiental y ganadería extensiva en Colombia”, mencionan ahí mismo que "la ganadería extensiva es la actividad económica más común para el uso agropecuario del suelo en Colombia. Sin embargo, representa un modelo que tiene impactos negativos en los ecosistemas, generando erosión, deforestación y contaminación en fuentes hídricas".
Aquí aparecen alternativas alimenticias como las dietas veganas. "Sin ánimo de catequizar, este tipo de alimentación es la que menos impacto ambiental tiene", acota el coordinador para campañas internacionales de la ADI. Otra opción es optimizar el consumo de granos, cereales e incluso de hongos, que "son ricos y beneficiosos para el ser humano".
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Vejarano de WWF, coincide en la importancia de ser consciente de los productos que se consumen. Pero no sólo en lo alimenticio, “también en el vestuario, la vivienda, los espacios recreativos; preferir los que vengan de procesos sostenibles y amigables con la naturaleza”.
Por su parte, Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia hace hincapié en mantenerse informado sobre los sucesos ambientales del país, desde el conocimiento de sus causas, orígenes, desarrollo, consecuencias e identificación de zonas potencialmente en peligro, esto con el fin de facilitar la denuncia ciudadana. Asimismo, expresa la importancia de apoyar organizaciones ambientales o de firmar peticiones.
Ese último ejercicio es significativo, pues es la transición del decir al hacer de muchas personas: es una acción colectiva que en algunos casos recoge frutos, explica Céspedes.
Finalmente, entra el rol de las Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible en Colombia, las autoridades ambientales más importantes a nivel regional.
Peña sostiene que estas representan un “sistema cojo, dedicado a las cuotas burocráticas y políticas en los departamentos, cuyo trabajo es insuficiente”.
Céspedes complementa que, si bien son organizaciones sustanciales en la tarea ambiental en Colombia, su labor debería enfocarse más en el Sistema Nacional de Parques, puesto que considera que “deberían aumentarse el número de áreas protegidas”.
En WWF realizan un barrido general de las acciones y medidas que el gobierno ha implementado para la conservación de animales. Silvia Vejarano toca el tema de las especies invasoras: “no existe aún una estrategia clara para prevenir y mitigar el daño que causan”. Culmina con que “si bien se han implementado distintas estrategias para reducir la degradación y deforestación, los resultados no han sido los esperados hasta ahora”.
De las cuatros especies expuestas, el tití es la única endémica. Sin embargo, eso no quiere decir que sólo este animal se encuentre en peligro: la rana arbórea colombiana de Lynch y el sapo patinegro también se clasifican como “en peligro crítico”, siendo muy cercanos a la extinción.
La situación tampoco es alentadora para las plantas como los Acanthocladus colombianus o mantecos, o la Pterichis, Pseudopiptadenia, entre otras especies, que están en el nivel previo a ser considerados posiblemente extintos.
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