El machismo es una serie de conductas sociales que terminan discriminando o violentando a las mujeres por el hecho de ser mujeres y es una forma de ver el mundo centrada en los hombres, donde ellos sustentan el poder sobre las decisiones centrales, como el poder político, el poder social y el poder económico.
Por otra parte, los micromachismos son conductas de la vida cotidiana que buscan afianzar el machismo de una manera soterrada, esto quiere decir que quienes desarrollan este tipo de conductas no lo hacen de una manera directa y fuerte, sino más bien ‘discreta’ y, al parecer, poco ‘ofensiva’.
Los micromachismos, además, son pequeñas dosis diarias de machismo que ayudan a reafirmar ese sistema social que lo que busca es perpetuar a los hombres en el poder político, económico y social.
Es importante tener presente que los micromachismos son el primer escalón en todas las violencias basadas en género y, si no se identifican a tiempo, es probable que las conductas violentas tanto físicas como psicológicas se incrementen en el tiempo, y en el peor de los casos estas conductas machistas pueden llegar a un feminicidio.
Los micromachismos se relacionan con la violencia basada en género porque ayudan a perpetuar y a normalizar; un ejemplo de ello es cuando se acostumbra a percibir a las mujeres como histéricas, locas y exageradas y esto puede suceder en los escenarios familiares, comunitarios, públicos y privados. Lo más complejo de todo es que este tipo de agresión suele pasar desapercibida.
Si nos detenemos un momento a identificar estas situaciones, nos daremos cuenta que este tipo de discursos se legitiman en nuestro día a día: en el humor, en las redes sociales, es escenarios públicos y privados. Esto permite que las violencias contra la mujer se den sin que nadie diga nada.
Nuestra sociedad ha normalizado la discriminación y la exclusión, es común observar que cuando una mujer se atreve a denunciar, es rechazada no solo por las instituciones, sino por la sociedad. Esto ha hecho que muchas de las víctimas no se atrevan a dar a conocer los maltratos que sufren, lo que puede generar en ellas una serie de problemas psicológicos a corto y largo plazo.
¿Hay fórmula para combatir el machismo?
Para acabar con el machismo hay que hablar de cambio social, porque el machismo son aquellas conductas que están arraigadas en nuestros comportamientos cotidianos, empezando con los micromachismos.
Es importante tener en cuenta que el cambio social no se da de la noche a la mañana, es algo que requiere unos esfuerzos institucionales muy grandes. En nuestro país se requiere disposición de los dirigentes para que el tema de género realmente se incluya dentro de sus agendas y planes de gobierno.
Sin embargo, diferentes colectivos y organizaciones de la sociedad civil han logrado crear espacios de discusión para hablar de la necesidad de cambio en las conductas cotidianas y de la creación de campañas pedagógicas.
También es importante entender que el machismo es cultural y estructural, por lo tanto para combatirlo se requiere un compromiso social e individual que debe iniciar cambiando conductas en las familias, en los lugares de trabajo, colegios, universidades, entre otros.
Finalmente, es importante que se implementen medidas de sanción efectivas para controlar las conductas machistas que constituyen un delito, como el acoso sexual y todo tipo de violencias basadas en género.
Lastimosamente, en Colombia hoy los victimarios se sienten respaldados porque las denuncias contra ellos no progresan, no avanzan y socialmente se protegen mucho. Muchos piden respeto por la presunción de inocencia y priorizan la voz del victimario sobre la víctima. Lo anterior da cuenta de que en un entorno donde no hay justicia que lo sancione.
Otra manera muy importante de combatir el machismo es formar a las mujeres para que defiendan sus derechos, pues en casi ningún nivel educativo hay claridad o formación específica que les permita a las niñas, desde muy temprana edad, identificar conductas machistas, denunciarlas y aprender a alejarse de los agresores.
Ejemplos de micromachismos:
- Callar a una mujer cuando está hablando
- Repetir el argumento de una mujer
- El mansplaining que consiste principalmente en ese momento en el que un hombre trata de explicarle a una mujer algo de lo que ella está hablando o es experta.
- Burlarse de una mujer cuando ella está hablando de manera contundente y menospreciarla, al punto de hacerla pasar como ‘histérica’ o ‘loca’. Distinto a si lo hiciera un hombre, donde sí se suele decir que se habla con ‘vehemencia’.
Cómo identificar a una persona machista
Los primeros pasos para identificar a una persona machista consisten en:
1. Identificar el humor que usa; si usa un humor que denigra de las mujeres o las hipersexualiza.
2. Es una persona que se irrita y le disgusta cuando ve a las mujeres en situaciones de poder, porque desde su perspectiva las mujeres no son capaces.
3. Cuando preguntas sobre sus imaginarios en el poder político, económico y social generalmente te va a referir a hombres.
4. Es una persona violenta y agresiva con las mujeres.
5. Demerita los logros de las mujeres, especialmente cuando afirman que sus logros los obtuvieron a través de pagos sexuales.
6. Es común que pinte a las mujeres como ‘locas’, ‘exageradas’ e ‘histéricas’.
7. Continuamente afirma que las mujeres quieren superioridad sobre los hombres.
8. Considera que vivimos en una sociedad igualitaria.
9. Valida y normaliza el acoso sexual; lo considera una ‘exageración’ y como un hecho que no merece ser denunciado.