En Colombia hay alrededor de 500 estudios de modelos webcam constituidos legalmente, este número ha venido creciendo de manera considerada en los últimos años, una situación que preocupa ya que son muchas las personas que ingresan a trabajar a este sitio por falta de oportunidades.
Esta es la historia de Lilith, una joven que decidió ingresar a un estudio webcam para poder pagar su universidad y hospedaje en Bogotá. Esto lo tomó como una forma rápida de conseguir los ingresos que estaba buscando.
En ese sitio, ella hacía parte de ocho páginas al mismo tiempo, de igual manera tenía un buen jefe que no le robaba los ingresos, lo que es poco común en la industria.
Sin embargo, también relata el tipo de experiencias que le pedían los clientes, entre ellas “Hacerse pasar por su hija de 14 años”, pero dejar el trabajo en ese momento no era una opción, debido a que era la única oportunidad para trabajar y estudiar al mismo tiempo.
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Pero a esto se le sumaban muchas de las peticiones por parte de los “clientes” pasaban por violencia emocional, psicológica y sexual. Esta fue una de las principales razones por la cuales no quería seguir en la industria, pero la falta de oportunidades hizo que esto dejara de ser una opción.
Además, cuenta cómo esta industria pasa por la delgada línea entre el deseo y la violencia ejercida a mujeres, niñas, jóvenes que pertenecen a estos lugares, las peticiones. Según sus propias palabras, “me hacían vomitar”.
La industria se conoce históricamente como un lugar de explotación laboral donde no se brindan las garantías suficientes para ejercer como modelo webcam.
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Ella renunció cuando consiguió un nuevo trabajo en una ONG, sin embargo, ser modelo webcam fue una salida rápida para conseguir dinero en ese momento. Sin embargo, no volvería a trabajar en estos sitios y tampoco juzga a las mujeres que lo hacen.