“Mi vestido no es corto, tu educación sí” se lee en la pancarta verde que lleva una mujer con pañoleta morada atada a su cuello. Tres metros atrás dos encapuchadas escriben en el piso con aerosol: vivas y libres. Al lado, el monumento de Policarpa Salavarrieta lleva la bandera feminista pintada en su cuerpo y en sus pies una rosa.
El 8 de marzo, conmemoración internacional de los derechos de la mujer, como es habitual, reúne a todo tipo de mujeres en las principales ciudades de Colombia con un único objetivo: Pedir al Estado y a la sociedad lo que les es negado por ser el ‘sexo débil’.
“Me parece justo que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres y deben ser valoradas de la misma forma”, dice una frase que fácilmente se podría escuchar en los 60s. Época en la que se nombró por primera vez la búsqueda de igualdad de género como feminismo, en un artículo publicado en el New York Times, según cuenta National Women 's History Museum. Sin embargo, esas palabras las pronuncia Daniela en las calles de Bogotá, una de las asistentes a la marcha del 2023.
¿Luchas de antes o de ahora?
El starter pack de toda feminista en el panorama actual es alzar la voz para que existir no sea un peligro. Hace 5 décadas las manifestaciones de mujeres asombraban al mundo, al igual que lo hacían muestras de su templanza, pues la participación como seres políticos apenas tomaba fuerza.
“Señor, señora, no sea indiferente que matan a mujeres en la cara de la gente”, dice una de las tantas arengas que grita la multitud femenina, mientras camina por la séptima avenida. Agentes del ESMAD empiezan a caminar a la par de quiénes dirigen la caminata.
(Puede interesarle: Linda Caicedo: ¿continúa su relación con Luisa Osorio? Esto es lo que se sabe)
La ONU, en su página de mujeres evoca el asesinato de Las Mariposas Inolvidables, tres hermanas que hicieron oposición a la dictadura de Rafael Trujillo de República Dominicana; la paralización de servicios y escuelas en Islandia, por las 25.000 mujeres que protestaron en contra de la desigualdad económica que había; además de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en México. Hechos que marcaron a las abuelas de quienes protestan por la deconstrucción del sistema patriarcal.
Hoy en día, los resultados de estos y otros esfuerzos han dado relevancia a la lucha. Pero no responden a las necesidades que han sido planteadas desde hace más de 50 años. Así, una de cada tres mujeres sufre violencia a lo largo de su vida; 830 mueren diario por causas evitables relacionadas con el embarazo; uno de cuatro parlamentarios son mujeres a nivel mundial; y hasta 2086 no se cerrará la brecha salarial si no se contrarresta la tendencia actual, publica la ONU, en el mismo portal.
A la altura del Bogotá Beer Company que está en el centro, el ESMAD lanza a las 4 p.m. su primera bomba lacrimógena. Se retroceden dos metros de lo caminado, mientras que las manifestantes corren y gritan. Cinco minutos después, se retoma lo planeado, con carteles y saltando se escucha como soundtrack a Vivir Quintana:
Que tiemble el Estado, los cielos, las calles
Que tiemblen los jueces y los judiciales
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo, nos crecieron alas (...)
8M: un one-hit wonder anual
Las redes sociales, por su parte, en vez de apoderarse de las calles, se toman el feed para dar felicitaciones, publicar frases de empoderamiento, ofrecer regalos y dar a conocer campañas publicitarias. La otra cara del 8M, facilita al mundo entero hablar, por 24 horas, sobre la lucha imparable que se tiene al ser mujer.
Lo comercial, no se queda a un lado, por lo que el Purple Washing aparece entre tanto movimiento mediático. Esta, es una técnica usada por estrategas para mejorar la imagen de marca con campañas publicitarias sobre la igualdad de género, sin tener un compromiso real con la causa.
Acciones que influyen en el 76% de mujeres, a nivel global, que no se sienten identificadas con lo que la publicidad muestra de ellas y que afecta a un 40% que ha sentido la necesidad de cambiar su apariencia para encajar en la sociedad; según revela un estudio de Kantar Millward Brown.
“Uno es el activismo de marca vinculado a empresas que ya nacen con un propósito sostenible y reportan a un objetivo de transformación. El otro es el activismo que nace con la necesidad de posicionar una marca. Esto sería la evolución de la responsabilidad social corporativa”, explica Rosa Romá, decana del Colegio de Publicidad de Cataluña.
Así, si una empresa pública apoyo al 8M, se espera que el mensaje sea coherente con lo que proyecta, es decir, que piense en políticas incluyentes, que tenga en cuenta las necesidades de las mujeres en la sociedad o mínimo, que ofrezca un pago igualitario.
“Las marcas ahora son vistas como un ciudadano por los diferentes usuarios. En ese orden de ideas esperan que hagan mucho más que solo vender y expongan sus valores y digan lo que representan. Esto crea un lazo mucho más cercano con el consumidor, pero también significa un reto enorme, porque deben rendir cuentas sobre su aporte, más allá de su rol en el mercado”, aseveró Juan Fernando Giraldo, co-fundador de la agencia digital Buho, en conversaciones con P&M.
La supervivencia de la mujer colombiana
Cristina, otra de las manifestantes, la tiene clara. Con un letrero negro que dice: “marcho para recoger a mi hija del colegio, no de la morgue”, cuenta que se necesita justicia real en casos que involucran a violadores y asesinos; esto, acompañado de educación de calidad para erradicar el machismo.
(Lea también: John Poulos: ¿cuántas audiencias le esperan? Esto dijo el hermano de Valentina Trespalacios)
No se equivoca, entre las deudas que el gobierno tiene con madres, hermanas, amigas, está dar la cara no solo ante temas de seguridad, sino también ante tópicos que afectan el libre desarrollo de las mujeres.
En lo que va del 2023, hasta la primera semana de febrero se han registrado 28 feminicidios, según el Observatorio Nacional de feminicidios en Colombia. En el 2022 se contabilizaron 619 asesinatos con motivo de género, lo equivalente a llenar el Teatro Nacional.
Solo en la primera semana de marzo, algunos de los titulares que han rondado en la agenda informativa fueron: “Ya van cuatro mujeres abusadas por un conductor de Picap en Bogotá”, “Hallan cuerpo de una mujer en un saco de basura en zona rural de Santa Marta”, Mujer habría sido asesinada por su novio en Medellín, por discusión”.
El gobierno, por su parte, propuso un pacto en diciembre para frenar la violencia de género. Encabezado por Francia Márquez, la consejera de equidad y un grupo de 500 mujeres se firmó el Pacto nacional por la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y basadas en género. “Este pacto lo lanzamos con el firme propósito de definir e implementar acciones concretas, eficaces, con enfoque de género, territorial e interseccional, para la prevención, atención y judicialización de todas las formas de violencia basadas en género”, explicó la consejera en la actividad a El País.
“Nos quitaron tanto que terminaron quitándonos el miedo” dice la pancarta de Daniela. A pesar de lo anterior, las denuncias que ayer 8M se escuchaban en la calle, expresaban la insuficiencia del Estado para escuchar y actuar.
Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa
Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria
Soy la niña que subiste por la fuerza
Soy la madre que ahora llora por sus muertas
Y soy esta que te hará pagar las cuentas.
- Vivir Quintana
Más noticias
Indignación en México por feminicidio de una abuelita de 76 años
Dani Alves: se conoció el informe policial del proceso en su contra por violación
Valentina Trespalacios: ¿John Poulos sería extraditado a EE.UU. por la orden de captura?