Muy pocas personas toleran el pinchazo de una aguja contra la piel. Los exámenes médicos, las muestras de sangre o las vacunas, muy seguramente han dejado malos recuerdos en muchas personas. Sin embargo, hay quienes disfrutan someterse a que su piel sea perforada miles de veces durante horas seguidas, todo con el fin de marcar su piel con un tatuaje. Esta práctica, considerada arte por algunos, tiene una larga historia, así como significados y propósitos distintos.
El tatuaje: una tradición milenaria
Es difícil situar el origen de los tatuajes en un tiempo y lugar específicos. Según Nicolás Guarnizo, tatuador de oficio (e historiador de la Universidad Javeriana de profesión), se ha hallado evidencia de tatuajes en Siberia, Centroamérica, Suramérica e incluso el norte de África donde una momia con tatuajes data de hace cinco mil años.
Sin embargo, Guarnizo asegura que hay algunas culturas que “han logrado perdurar mucho más en el tiempo, como es el caso de las tribus polinesias, especialmente la cultura maori y la cultura de la Isla de Borneo (...) así como dentro de tribus apartadas de la globalización imperante”.
Si bien los hallazgos corresponden a distintas partes del mundo, este tatuador sostiene que comparten un punto en común: la comprensión de la idea de que el cuerpo es un territorio que se puede llegar a intervenir. “Hay una convergencia común entre todos esos orígenes y es que el tatuaje termina cumpliendo con una función ritual, una función de apropiación”, asegura.
El tatuaje y las formas de hacerlo no se han mantenido estáticas con el paso del tiempo. La Revolución Industrial no solo trajo consigo cambios en los medios de producción y las dinámicas sociales: también transformó las formas de hacer tatuajes.
(Puede interesarle: 'Copa vacía' de Shakira y Manuel Turizo: se filtra letra y temáticas de videoclip de la canción)
“Este gran invento del señor Tomás Edison, que se suponía que iba a ser el lapicero eléctrico, terminó convertido en una máquina de tatuajes. Entonces, se le empieza a ‘cacharrear’ y nos damos cuenta de que podemos tatuar con esto mientras que en Japón se seguía tatuando con el ‘hand poke’ (un método en el cual se utiliza una aguja que perfora la piel a partir de movimientos manuales que realiza quien tatúa)”, cuenta Guarnizo.
Dado que en Occidente no había una tradición de tatuaje establecida como en Japón, tatuar a mano partes enteras del cuerpo, como la espalda o los brazos, era impensable debido al tiempo y esfuerzo que requería. La máquina de tatuajes abrió las puertas para nuevos estilos y formas que se siguen viendo en la actualidad.
¿Por qué nos aguantamos el dolor del tatuaje?
¿Cómo se entiende el concepto de los tatuajes? De acuerdo con el tatuador-historiador, el tatuaje, puntualmente, es la inmersión de algún tipo de tinta bajo la dermis (la piel) de manera permanente. No obstante, aclara que perforar la piel con agujas y máquinas, como se hace en la mayoría de los casos, no es la única forma de hacer esto, pues también se puede realizar con cortes.
El propósito de este proceso también ha variado a lo largo de la historia. En China y Japón, el tatuaje era utilizado para estigmatizar a criminales y expresidiarios. Sin embargo, Guarnizo sostiene que, desde la marginalidad de estos grupos, surgieron proyectos colectivos a pequeña escala que cambiaron el significado de dicha estigmatización y lo convirtieron en una cuestión de identidad.
“El tatuaje se convierte en una herramienta de identidad porque esto es algo instintivo de la humanidad como especie, y es esa necesidad de la conquista. Sin embargo, esa conquista no se da sobre el otro, sino sobre uno mismo, es la búsqueda más profunda de la humanidad”, afirma Guarnizo.
Alejandra Cetina se hizo su primer tatuaje con su madre hace 5 años y, desde entonces, se ha tatuado seis veces más. “Yo me tatué para hacer mi cuerpo más mío, para darle una corporalidad a mis recuerdos”, comenta.
Para ella, los tatuajes son una forma de tener presentes los aprendizajes que ha recopilado a lo largo de su vida. Considera importante tener un recuerdo de cada situación que la ha marcado y, dado que no siempre tiene algo físico para conmemorar estos eventos, acude a la tinta del tatuaje.
(Lea también: Ferxxo 81: nuevo lanzamiento de Feid ha estallado las redes sociales)
“Yo me tatuaré por el resto de mis días. Incluso si me hago algo relacionado a otra persona y esta deja de estar en mi vida, la marca en mi piel me recuerda que hizo parte de mi historia y aprendí de ella”, asegura Cetina.
Pero esta búsqueda no es la única razón por la que alguien querría tatuarse la piel. Para Deivyd Quijano, tatuador y profesor en su propia academia de tatuajes “Tattoo DC Academy”, los tatuajes también pueden cumplir el propósito de servir como recuerdo.
“Por ejemplo, a alguien se le murió una mascota, entonces quieren hacerse eso. Muchas personas quieren algo más real para representar ese momento, como cuando una persona fallece”, asegura Quijano.
No se hace con pintura, pero podría ser arte
A pesar de que los seres humanos se han tatuado desde hace siglos, aún existe un estigma alrededor de las personas que realizan tatuajes y quienes los llevan en su piel. No todos los sectores de una sociedad se sienten cómodos al ver personas tatuadas.
“Eso se lo hacen los desadaptados”, “solo los prisioneros tienen tatuajes”, “así no va a conseguir trabajo”. Estas son solo algunas de las frases que se escuchan en conversaciones alrededor del tema. Esto ha generado debates sobre si el tatuaje es una forma de arte o si se trata de una práctica de ciertos grupos sociales.
Desde pequeño, los profesores del colegio le decían a Quijano que dejara de hacer dibujos y se dedicara a estudiar, pues “de eso no podría vivir”. “Claro, me sentí como una miniatura y dije ‘no, esto no vale la pena’, pero hoy puedo decir que uno sí puede vivir de hacer tatuajes profesionalmente”, relata.
Para él, los tatuajes son piezas de arte que pueden desprenderse para hacer cuadros, diseñar ropa o decorar espacios; trascienden la piel.
“Estás haciéndole una modificación al cuerpo, estás vendiendo una experiencia al cliente y ese lienzo es como el que usa quien pinta al óleo, tiene una parte artística. Si veo un tatuaje en la calle, digo ‘¡qué increíble! ¿cómo hiciste? ¿dónde te tatuaste?’, porque quizás tiene una de las piezas más exclusivas del mundo”, afirma el tatuador y profesor.
Sofía Huertas tiene tres tatuajes, pero quiere crear una colección de obras en su cuerpo. “Quisiera tatuarme con diferentes artistas y estilos para descubrir más diseños que me puedan gustar”, comenta.
Aunque los tres diseños que tiene son pequeños, guardan un significado importante para ella, especialmente la frase que lleva en su brazo “Love is as love does” (el amor es lo que el amor hace). “Es una oración que refleja muy bien la filosofía de una de mis autoras favoritas y quería llevarla conmigo”, asegura Sofía.
Para Nicolás Guarnizo, las últimas décadas han traído consigo un cambio de paradigma respecto a lo que se considera arte, pues también ha cambiado la forma de comprenderlo. Según él, el significado de la palabra se volvió tan amplio que no necesariamente debe entenderse como algo individual que practica y crea un artista por sí mismo, sino algo que se puede construir entre varias personas.
“El tatuaje está en constante reconstrucción a pesar de que cada vez sean más claros ciertos pilares que lo sostienen a nivel discursivo y cultural. Cada vez hay más gente haciendo cosas y (el tatuaje) ha evolucionado, como todo en el mundo, por las posibilidades que brinda la coyuntura actual. Ya se puede viajar mucho más, puede uno ir a tatuar en otros lados, puede coleccionar piezas de artistas que para uno han sido referencias”, dice Guarnizo.
Aunque para muchos la tinta sumergida bajo la piel es el arte, hay tatuadores que creen que la experiencia de tatuarse va más allá del resultado final del diseño. Están quienes, por ejemplo, disfrutan de conversar con la persona que tatúa y creen que desde allí también se brinda una experiencia artística.
“Uno también actúa como psicólogo porque muchas personas quieren desahogarse. ‘Es que me pusieron cachos’, ‘se murió mi mamá’, ‘este tatuaje me lo hago con mi amigo porque se va a otro país’. Uno los escucha”, relata Quijano.
(Además: Reguetón en el Estéreo Picnic 2023: ¿cuáles artistas se presentarán? Te contamos)
Aún falta mucha tinta por usar
La cultura del tatuaje parece tomar fuerza a medida que pasa el tiempo. Para Guarnizo, el oficio está en auge y hay cada vez hay más demanda por tener tinta bajo la piel, lo que ha llevado a que emerjan nuevos artistas a nivel internacional.
Sin embargo, el reconocimiento económico que recibe un tatuador no es el mismo en todas partes del mundo. Esto puede afectar las dinámicas locales de barrios o ciudades enteras: es como cuando un pintor, un escultor o cualquier artista abandona su ciudad por otra y quienes acudían a él o ella para su arte ya no podrán hacerlo.
“Cada vez más, todos estos grandes talentos -como pasa en tantos aspectos de la cultura y el arte- van a empezar a buscar (oportunidades) en otras latitudes para realmente tener posibilidades de un reconocimiento monetario mucho más equilibrado respecto al trabajo que desarrollan en sus propios contextos”, argumenta el artista.
Para Quijano, el tatuaje aún tiene mucho camino por recorrer. “Eso no va a morir, es como el ‘skate’, que nunca muere, lleva muchos años. Hay gente que puede hacer ‘Roller’ (patinaje), gente que puede practicar BMX, pero el ‘skater’ siempre va a existir. Eso va a ser un legado para toda la vida y lo que les digo a los tatuadores es que sean responsables con lo que hacen”, dice.
Más noticias
Afterlife en Medellín: conoce los detalles de lo que será el histórico evento de electrónica
Måneskin en Colombia: conoce detalles del concierto que tendrá la banda en Bogotá
FEP 2023: Willow canceló este y todos los shows en Latinoamérica