Sin duda, uno de los momentos más estresantes y atemorizantes para cualquier persona, llega cuando se acaba la etapa académica del colegio. Para muchos significa el inicio de sus vidas profesionales, para otras, por el contrario, ha sido una constante ‘pelea interna’ poder decidir a su corta edad qué hacer por el resto de sus vidas.
Dos expertos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina, han estudiado los efectos adversos que puede causar psicológicamente en los jóvenes elegir una carrera profesional que no sea adecuada para ellos.
"Los padres, y la familia en general, tienen una influencia fundamental en la problemática, ya que muchos jóvenes centran su esfuerzo en torno a una idea que está instalada en toda familia: la del progreso familiar, que hoy significa tener una profesión”, aseguró Omar Bertocco, integrante del Departamento de Orientación Vocacional de la UNC.
Por lo que se relaciona directamente las dinámicas familiares en el motivo por el que estallan las situaciones de ansiedad que nublan, en algunos casos, la elección y prioridades de los jóvenes.
Por su parte, Roxana Mercado, miembro del Área de Investigación Académica del Centro de Estudios Avanzados de la UNC, los padres suelen ir formando a sus hijos con el fin de cumplir con un papel dentro de la familia.
“Una serie de negociaciones se despliega entre padres e hijos con el objetivo de ver qué carrera es la más indicada para resguardar los capitales familiares, que no son siempre económicos, sino también simbólicos y sociales”, señaló la experta al periódico argentino ‘Hoy’.
Ambos expertos coinciden en que el contexto social y económico es un factor esencial a la hora de plantear la educación superior a los jóvenes. Además, explican que quienes llegan a las aulas académicas profesionales suelen ser motivados por presiones.
“La influencia familiar se despliega por vías inconscientes; no es lo que los padres les obligan a hacer a sus hijos, sino lo que éstos se imaginan que a sus padres les gustaría que hicieran”, detalló Bertocco.
Pero, ¿qué pasa cuando la situación es contraria?, “en estos casos, el mandato ya no es hacer una carrera ni graduarse, sino cambiar la historia familiar y los chicos sienten que el desafío es descubrir hasta dónde pueden llegar”, dijo el experto.
“Al joven de 17 o 18 años que está terminando el bachillerato se le da la orden de elegir una carrera ¿para toda la vida?, cuando dimensionan lo que esto significa, se asustan, sobre todo si entendemos que, hasta el momento, ese chico sólo tuvo que demostrar madurez para discutir elecciones más simples, como ir a bailar o la hora para regresar a casa”, comentó Bertocco.
Es entonces que se generan situaciones de miedo, expectativa y ansiedad en los jóvenes.
“La presión de hallar la vocación que marcará nuestra vida suele generar ansiedad, pero hay que recordar que la vocación se construye, se modula y se reconstruye permanentemente a lo largo de la vida, y es en muy pocos casos en los que el individuo tiene muy clara su vocación desde corta edad”, puntualizó Bertrand Regader, psicólogo y creador del portal especializado ‘Psicología y Mente’.
A esta conclusión se suma la recomendación de Bertocco, los padres deberían comprender que sus hijos pueden fallar, “deberían darles el chance de equivocarse, al final esa es una forma para aprender a conocerse y decidir qué es mejor para sí mismos”.
Además, señaló que “el único indicador que tengo para ser capaz y efectivo es hacer eso que me gusta, porque ahí es donde voy a poner todo lo mío, mi creatividad, mi mejor esfuerzo, (...) en los intereses, en los gustos, está la llave de una elección gratificante”.
“Como pasa en muchas decisiones que tomamos a lo largo de la vida, escoger una u otra opción puede tener un alto componente de arbitrariedad. En ocasiones elegimos más con la razón que con el corazón o a la inversa, y solo el tiempo dirá si hicimos bien. En cualquier caso, para elegir carrera universitaria lo más sensato es apostar por esos estudios que nos atraigan verdaderamente, haciendo caso a nuestra intuición”, recomendó Bertrand.
Los ‘ninis’ en Colombia
En Colombia hay varios factores por los que los jóvenes se ven afectados a la hora de darle forma a sus planes de vida profesional.
Desde falta de oportunidades educativas, laborales y sociales, hasta el fuerte impacto que causó la pandemia por covid-19, las brechas no hacen más que extenderse.
“La crisis económica causada por el COVID-19 trajo un incremento significativo del desempleo, lo que hace más difícil que los llamados ‘ninis’ consigan trabajo o logren los ingresos necesarios para acceder a educación”, dijo Luz Karime Abadía Alvarado, profesora asociada y directora de posgrados en economía de la Universidad Javeriana, a ‘El Espectador’.
Los ‘ninis’ son un grupo poblacional que hace referencia a quienes ‘no estudian ni trabajan’. Este es todo un fenómeno global, sin embargo, en países Latinoamericanos se ven mayores cifras por las crisis sociales de cada territorio.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020 se analizó que en América Latina había 23 millones de jóvenes ‘nini’, mientras para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) la cifra estuvo más cerca a los 30,5 millones.
Por otra parte, la OIT dijo que en 2016 había 259 millones de jóvenes ‘nini’ en el mundo; se calculó que en 2019 en 267 millones, y se estimó que en 2021 la cifra aumentaría hasta 273 millones, de los cuales 181 millones serán mujeres.
En Colombia el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) aseguró que en 2019 hubo 2,7 millones de jóvenes ‘nini’, y como resultado de la pandemia por covid-19 se sumaron unos 500.000 a esa situación en 2020.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el octavo Objetivo de Desarrollo Sostenible traza como meta, para el año 2030, reducir a 15 % el porcentaje de jóvenes entre 15 y 24 años que no estudian y no tienen empleo en Colombia.
“Alcanzar esta meta implica responder de manera diferenciada a una realidad social y económica de alta complejidad y hacer frente a las diversas barreras de acceso que existen en el mercado laboral y el sistema educativo”, propone la entidad.
Pese a que las cifras hablan por sí mismas, es evidente que el fenómeno de los ‘ninis’ proviene no sólo de las presiones familiares, ni de la indecisión de un jóven; en Latinoamérica hay todo un fenómeno social ocurriendo que no permite tener claridad o estabilidad a futuro.
Los gobiernos han implementado estrategias para mitigar la deserción académica o el cubrimiento del desempleo, sin embargo, los número siguen sumando y son cada vez más los jóvenes que se encuentran ante la decisión difícil de elegir una carrera que les brinde algún tipo de garantía y que, además, les permita disfrutar la etapa universitaria.
“Al joven de 17 o 18 años que está terminando el bachillerato se le da la orden de elegir una carrera ¿para toda la vida?, cuando dimensionan lo que esto significa, se asustan, sobre todo si entendemos que, hasta el momento, ese chico sólo tuvo que demostrar madurez para discutir elecciones más simples, como ir a bailar o la hora para regresar a casa”
Omar Bertocco, integrante del Departamento de Orientación Vocacional de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)